18/6/09

Titicut Follies


La cámara como herramienta de observación social
Tanto las escuelas, como las cárceles y los manicomios, tienen elementos estructurales en común como la vigilancia, o la relación entre autoridad y represión. Con el diseño del panóptico, estos espacios se vuelven obsesivos en cuanto a la observación y el castigo.

Una película documental que fue censurada durante muchos años por su poder de denuncia y amenaza, fue el caso Titicut Follies en 1976, un documental de Frederick Wiseman sobre uno de los espacios de poder, control y adiestramiento más atroces de todos, el manicomio.

La cámara es observadora, pues a diferencia de Palacio Negro, el documentalista no interactúa ni interviene con el desarrollo de las escenas en ningún momento.
Frederick Wiseman emplea el montaje obsesivo, al ser un fiel heredero de Vertov y al lograr pertenecer a un espacio tan delicado, se genera la tensión suficiente para que las imágenes hablen por sí mismas. La escena más dura es la del paciente que no habla y no come, los enfermeros y doctores lo llevan a un cuarto donde lo acuestan y le introducen un tubo por la nariz, es my doloroso lo que le sucede al paciente pero es aún más insoportable ser testigo de la burda ligereza y desapego con la que los doctores trabajan. Gracias a la edición y al montaje paralelo de lo que sucede a posteriori con el personaje, la escena aflora con tintes de poesía lúgubre. A partir de este momento, el ritmo se acelera a la par con la tensión e incomodidad en el espectador, por esto, un año de edición se ve reflejado totalmente.

El punto de vista del documental es claramente de denuncia ante los líderes de las Instituciones de control, que revelan su decadente estructura y pertenencia a una cultura denigrante, como es en muchos aspectos, la gringa. El documentalista lleva al extremo sus métodos de observación sobre la vida americana, entre máscaras y apariencias creando ecos y paralelos con la verdad incómoda.

La estructura del documental no se construye con un orden en cronología, la cámara que observa sigue a los internos que la relacionan con la vigilancia y la autoridad, entre más se desenvuelve la trama más se confunde al espectador sobre quiénes son los verdaderos locos, sin embargo el personaje principal no son los internos, sino la misma institución y el sistema que la conforma.

Aunque el realizador es ausente en voz, su presencia por medio de la cámara es evidente, los momentos de incomodidad y amargura los logra al crear una exasperación en el espectador, por la crudeza exaltada ante sus ojos, de saber que es la realidad y que los que tienen el poder de cambiarla son los que la agravan.
Titicut Follies es el documental más fuerte y brillante que hemos visto durante el curso, no sólo por el acercamiento brutal y delicado, sino por la agilidad y el rigor de un realizador que le llega al espectador traspasando la pantalla de las apariencias.

Tuve la oportunidad de ver “Hospital”, “Carne” y “High School” en FICCO y es fascinante el sello clásico del documentalista, cada una de sus películas tratan temáticas muy distintas, pero la presencia y el acercamiento son igualmente brillantes. Frederick Wiseman no dejará de ser uno de los cineastas americanos con mayor potencial poético, para crear los “sueños de la realidad”, y generar reflexiones críticas sobre la situación socio-política que nubla a su país natal.

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